sábado, 22 de junio de 2013

Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach


Quien me lee sabe que soy muy partidario de las obras de teatro "normales", es decir, con un tema, un inicio, un desarrollo y un desenlace, donde si además tienes la opción de pensar días después en algún mensaje que te haya llegado, pues mejor que mejor.

Nao Albet y Marcel Borràs son unos fuera de serie.  Hacen exactamente eso, pero sin presentarlo de manera evidente: deconstruyen los órdenes, te hacen creer que se están riendo de ti, para luego mostrar que de lo que se ríen es de los convencionalismos tiránicos del teatro, rozan límites absurdos sin dejar de ser actores perfectamente creíbles, hacen gamberradas dignas de GENIOS de su edad, se sobran introduciendo ópera y danza teatro.....de veras, es que no se puede pedir más.  Bueno sí... qué paquetón!
Un gustazo.  
Rubén Hernández

miércoles, 19 de junio de 2013

HEDDA GABLER


Dado que el Lliure de Gràcia volvía a programarla, esta vez no podía quedarme sin verla.  Había oído hablar muy bien de esta obra, así que no lo pensé demasiado y compré a precio injustificado las entradas (de veras, hoy en día no se debe pagar 20€ por ir al teatro...).

Los tres actores están perfectos en sus papeles, así como las dos actrices secundarias.  Todos ellos hacen un perfecto coro para ir contando la historia de la rebelde niña bien que, tras dar el paso de casarse con la persona correcta para adentrarse en la madurez, se da cuenta del gran error cometido al ir en contra de su naturaleza.

Me he permitido comentar brevemente el tema principal de la obra, cosa que no suelo hacer, para darme la última oportunidad de ver a la Marull en este papel.........y no, no lo consigo.  Y eso es lo que me ha pasado.  Ella es muy buena actriz, sin duda.  Tiene momentos brillantes, es cierto.  Pero es que no la veo como pija caprichosa, lo siento.  Yo veo a esta chica como mucho más hippie.  Y es que no todo el mundo puede hacer todo tipo de papeles, aunque sin duda se acerca.  Por tanto, pese a todo, muy recomendable.

Rubén Hernández