viernes, 29 de abril de 2016

Triple Bill (Phoenix Dance Theatre)



La mezcla de sonidos tribales africanos, con tintineos orientales, con clavicordios barrocos permiten desplazarse, a veces etéreos, a veces rotundos, a 7 carismáticos bailarines merecidamente liderados por "el chino" de la compañía.

Leer lo que el coreógrafo quiere explicar antes de ver las piezas me dio las pistas : Amor-Shakespeare, Espacios de nuestras mentes, Máscaras tras las que esconderse.
La primera pieza, música estridente con mucha gente en escena, me cautivó.  La segunda pieza me pasó volando.  La tercera pieza, la más teatral, me dejó con ese sabor de boca que hace que no olvide tener fechas reservadas para la danza en mi agenda de espectáculos.

(Inma, tú y yo sabemos que ahora miramos con otros ojos...y que el año que viene el intensivo es nuestro!)


jueves, 21 de abril de 2016

César & Cleopatra

Puedo imaginarme que el montaje original era para una noche de verano, en el teatro romano de Mérida, sin demasiadas más expectativas que pasar una noche a la fresca viendo algo entretenido.
Puedo ponerme muy crítico y decir que a la obra le falta consistencia, y que bien parece más un skecth de televisión de especial Egipto de cuando la época del 1,2,3.
Puedo quejarme del cambio de elenco sin haber avisado antes de la promoción de venta de entradas (esperaba ver a Lucía Jiménez).
Pero si he de ser sincero, y sin avergonzarme por ello, diré que me ha encantado disfrutar de Ángela Molina "en vivo y en directo" a escasos metros de mí.  El ejemplo de cómo una persona puede nacer a medio camino entre lo humano y lo divino y no sólo mantenerlo con el paso del tiempo, sino que me atrevería a decir que aumentarlo con cada cana de su melena y cada arruga de su rostro.

Rubén Hernández

jueves, 7 de abril de 2016

A teatro con Eduardo


Imaginemos coger a un guionista de producciones de José Luis Moreno.  Que dicho guionista pertenezca a familia vinculada con el mundo del espectáculo.  Que además de los guiones para Moreno haya escrito alguna pieza de mayor entidad.  Ahora le hacemos nacionalidad italiana y permitimos que su nueva patria nos venda la moto como tan bien acostumbraba a hacer.  Pues eso sería Eduardo de Filippo.
Ahora imaginemos que somos catalanes y que nos encanta hacernos los guays escogiendo a autores extranjeros (sobre todo no españoles) y preparamos un buen montaje, con bien de presupuesto, y con buenos actores como elenco (como son también catalanes fijo que quieren participar del homenaje).
Lo llevamos al Lliure, las tietes siempre fijas para reír....y nada, pues eso, que desagradable para nada es, pero que precisamente ayer hubiera sido mucho más feliz llegando antes a casa.

Rubén Hernández